Entre arte y hospitalidad: una filosofía de vida
María moldea barro con la misma delicadeza con la que elige su mesa. Sus días transcurren entre esmaltes, hornos y formas que nacen de su intuición. Pero cuando cae la tarde, su casa se transforma: luces tenues, música suave, y una copa de Casafina Reposado como bienvenida.
Ella entiende que el buen gusto no se compra: se construye. Y que el arte está tanto en lo que se ve como en lo que se siente.
Por eso prefiere recibir en espacios íntimos, sin alardes. La botella descansa sobre una bandeja de cerámica hecha por ella misma, y cada brindis es una declaración de intenciones: esto no es una fiesta, es una experiencia.
María nos recuerda que la sofisticación auténtica está en los detalles. Y que compartir un Casafina es, también, una forma de arte.